LOS SUFRIMIENTOS DEL JOVEN WERTHER

De Johann Wolfgang Goethe, Editorial Debolsillo, México, 2015.

Toda obra poética no reduce al hombre sino la enaltece en su más ínfima expresión de naturaleza humana. Naturaleza es el emblema que todo ser humano tiene que rendir tributo y trascienda por ese cíclico movimiento de vida-muerte “¿podemos descuidar, despreciar, dejar que se pudran los frutos maduros sin probarlos?”; vaya proeza quienes somos los humanos los racionales, en seguir aniquilando lo que nos provee de alimento y subsistencia en nuestro hogar llamado Tierra; sin darle amor nos busca enraizando su causa entrelazando nuestra posibilidad de ofrecer un fruto, aunque sea prohibido; nos rota de la inactividad y nos hace fluir por medio de la traslación del acto, y en un acto de presencia, aparece un gran poeta quien elogiaba a la naturaleza, arte, niños… y en esta ocasión mi compañero de viaje y de lectura es Johann Wolfgang Goethe, “que tu empeño sea de amor y que tu vida sea la acción”; esto surge al deambular por los espacios de la naturaleza para reencontrarme con esos pasos extraviados de mi espíritu; en cada paso e inhalación, es concebida su savia y energía que poéticamente nos brinda sin reserva lo que aflora en esas majestuosas montañas de Tepoztlán “la propia ciudad es desagradable, pero en torno de ella hay una inefable hermosura de la Naturaleza”; en sí todo su espacio representa la unión de amarse con la certeza de la distancia en dañarse, y una armoniosa comunión en torno de su gente con el arte de su espíritu, para lograr su máximo éxito en moldearnos con humildad, pero estamos lejanos de ser artesanos y por ende, en ser humildes de ese magnánimo valor; siendo ajeno a este paraíso, durante el ascenso de la montaña, me van anegando los matices de mi adolescencia y de ese gran amor donde su nombre por añadidura una regla: Norma, y quien acuña de mis cuidados: Angélica. Mientras la recuerdo es un poema, y la música de la naturaleza es poesía pues “toda criatura no es más que un sonido en una inmensa sinfonía; hay que considerar ésta en conjunto, si no se quiere que todo elemento aislado se vuelva letra muerta”, y así en ese delirio de sonidos sin ser una realidad aparte, en vuelo llega una melodía vivaz y extraviadamente como ave rapaz que en susurros surge un extracto de canción de Pink Floyd “Wish you were here”; mientras camino y busco reacomodar cada mosaico de mis recuerdos, paradójicamente me encuentra una piedra amplia para asentarme en mis recuerdos y reabrir este libro para acompañar aquellos momentos que vivió el joven Werther en relación con su amada; perdidamente enamorado pero estaba comprometida con otro; somos esencia de desencuentros amorosos cuando no podemos establecer la línea recta para llegar al punto de encuentro. Aún así buscamos lograr con ahínco nuestro propósito de realizarnos en el arte de amar; así es el universo del amor en la autobiografía de Goethe a través de su libro: “Los sufrimientos del joven Werther” porque con justicia este poeta me hace sentir y nos orienta con buenas fibras de sentimiento -muy distinto y lejano a otros poetas que se van por el resentimiento- por tanto, este ejemplar libro sea para abrir el corazón y el cerebro con ese fulgor del sentir cómo lo sugiere el pensador Goethe en ésta y otras obras de su autoría. A través de la poesía logra salir el joven Werther-Goethe en esa voluntad de amar y de morir, así como no esperó que lo amasen ni que lo mataran, pues pudo más la vibrante estimulación de creación de su poesía en realizarse; toda expectativa lleva de ingrediente una serie de mentiras que difícilmente digerimos. Seamos sujetos del amor mas no objetos estáticos porque el amor nos hace mover como lo concibió Werther, porque precisamente su amada se ausenta mientras uno se queda en ese oleaje de acreditarse uno mismo: me amo aún en tu ausencia; descúbrase en la lectura con matices epistolares, que se fue confeccionando desde la proeza de un diario y surge por aquel amor de una mujer llamada Carlota; la obra está impregnada por la espesura de la naturaleza saliendo airoso por la precisión de reflexiones que nos conectan con el arte de la vida, donde el final es circunstancial porque trasciende más aquellos valores y los riesgos que uno corre por querer llenar ese espacioso bosque ausente del amor, ya que tiene más oportunidad de abarcar la culminación del deseo por medio de la astucia que la pereza que nos extravía a la ausencia: “la soledad es un bálsamo precioso para mi corazón en este lugar paradisíaco”.

 

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