LA SEGURIDAD EN EL TRANSPORTE PÚBLICO

El transporte público es, sin lugar a dudas, uno de los servicios que determinan la calidad de vida de una comunidad y, en buena medida, representa un cierto grado de bienestar, sobre todo en términos de seguridad, eficiencia y comodidad.

Cada día en la Ciudad de México, más de nueve millones de personas utilizan algún medio de transporte, por ello es necesario contar con reglamentos, normas y herramientas eficientes que garanticen los derechos de los usuarios, principalmente en lo que a seguridad se refiere.

Los problemas del transporte público son variados y que ver con la saturación de rutas, la irregularidad en el servicio, la falta de capacitación de los operadores, la antigüedad del parque vehicular y las constantes violaciones a la normatividad.

Pero la problemática del transporte público no puede verse sólo como una situación de la Ciudad de México, sino como un fenómeno metropolitano, que incluye también la demanda de los habitantes del Estado de México. Se espera que dentro de 10 años en ambas entidades se movilizarán más de 28 millones de personas, por lo que el reto será casi tres veces mayor que en la actualidad.

Según cifras oficiales, el 60% de los viajes que se realizan en la Ciudad de México son en microbuses, cuyas unidades, en su mayoría, están en mal estado y el 95% de ellas ya cumplió su vida útil, además de que los operadores carecen de capacitación y su manera de manejar es altamente riesgosa.

Se estima que en esta ciudad mueren aproximadamente 900 personas cada año en accidentes de tránsito, el 60% son atribuibles al transporte público, principalmente a taxis y microbuses. El Servicio Médico Forense informa que las muertes por hechos de tránsito más comunes son los atropellamientos, choques, volcaduras y la caída de vehículos en movimiento.

Una encuesta reciente, realizada por Presencia Ciudadana Mexicana, sobre la percepción de los usuarios del transporte en la capital, señala que las experiencias más desagradables en el transporte público están relacionadas con la inseguridad (38%), la falta de cultura cívica (11%), incomodidad (6%), contaminación (2%) y tráfico (2%).

Otro aspecto que destaca esta encuesta es la preferencia de las personas por determinado tipo de transporte público, ya sea concesionado u operado por el gobierno, sobresale el Metro como principal medio de transporte (41%) por su rapidez, seguridad y comodidad.

Cuando a la gente se le preguntó qué transporte evita usar y las razones para hacerlo, contestó que el microbús con 27%, por inseguridad (83%) e incomodidad (13%), seguido por el taxi con el 11%, por caro (62%) e inseguro (31%).

Estas respuestas muestran que las preocupaciones de los usuarios del transporte se centran en la seguridad, la comodidad y la eficiencia, y advierten a las autoridades para que asuman un papel de mayor vigilancia.

La red de transporte público en conjunto muestra bajos niveles de servicio, impactando en los tiempos de recorrido, ocasionando enormes costos sociales y energéticos, demoras, incomodidad, inseguridad y una severa contaminación ambiental.

En la Ciudad de México existen unos 28 mil microbuses y más de 103 mil taxis, sin contar los casi 20 mil taxis piratas, que en la mayoría de los casos han rebasado su vida útil y no cuentan con las condiciones necesarias de seguridad, higiene y confort para brindar un servicio adecuado.

A través de diversos programas se han otorgado créditos para microbuses y taxis, pero los esfuerzos para modernizar y mejorar el servicio han sido insuficientes y poco se ha logrado avanzar en la renovación del parque vehicular y en el cumplimiento de las normas de vialidad.

Los derechos casi olvidados

La vulnerabilidad de los usuarios del transporte público es latente, y también se extiende hacia los peatones y las personas que utilizan otros tipos de movilidad, como los ciclistas. Las actuales condiciones del tráfico en la ciudad no sólo hacen evidente la pérdida del carácter de las calles como espacios para el encuentro, la convivencia y la comunicación de los ciudadanos, sino que también evidencian los riesgos para la integridad física de las personas.

La realidad es que peatones, ciclistas y usuarios del transporte público son sistemáticamente discriminados y excluidos por la falta de regulación sobre sus derechos dentro de la legislación en materia de transporte vigente en la Ciudad de México.

En términos de seguridad, ésta se ve limitada a la cobertura que las aseguradoras hacen de las unidades, más no de las personas. Los usuarios, en la mayoría de los casos, son poco visibles en las políticas de transporte, y esta situación se agrava por las lagunas legislativas en esta materia.

Por ello es necesario incorporar al peatón y a los usuarios del transporte público como ejes de la política de transporte, ya que en la medida que se incluyan las necesidades e infraestructura peatonales y se aliente un transporte público eficiente y seguro se aumenta la calidad de vida en la ciudad.

Los derechos de los usuarios del transporte público deben ser una prioridad dentro de las políticas de transporte. La ciudad padece una falta de cultura cívica y de transporte que tutele los derechos de los peatones y usuarios del transporte, esto se debe, principalmente, a que no son un gremio, o una colectividad que se manifieste públicamente por sus derechos. Sin embargo, en la Zona Metropolitana del Valle de México representa a más de 18 millones de personas.

Es un derecho de todos los habitantes de la ZMCM contar con la prestación segura, digna, regular, continua, uniforme, permanente e ininterrumpida del servicio público de transporte. Actualmente los operadores del servicio no satisfacen cabalmente estas condiciones.

Por ello resulta urgente establecer normas de calidad, seguridad y funcionamiento del transporte de pasajeros, pues la mayoría de los autobuses, microbuses y combis, violan las reglas elementales como son, el uso de luces en la noche, la altura mínima al interior del vehículo, topes de velocidad y saturación de pasajeros.

Es indispensable que las autoridades, en el ámbito de su competencia, garanticen el tránsito seguro de las personas mediante la construcción de infraestructura e instalación de los señalamientos viales necesarios, así como la posibilidad de conectarse entre medios de transporte y vialidades.

Es necesario acabar con las deficiencias jurídicas sobre los derechos de peatones, ciclistas, y usuarios, y proponer los lineamientos que, desde el punto de vista de los ciudadanos, deberían contemplar los ordenamientos jurídicos y administrativos para garantizar tales derechos.

Para los ciudadanos es un derecho vivir en ciudades pensadas, diseñadas y organizadas a la medida de los seres humanos y no de los automóviles. A gozar de amplias zonas peatonales, con una infraestructura vial que nos permita acceder a las calles y aceras con seguridad, así como contar con un servicio de transporte público eficiente, limpio, articulado y debidamente equipado para movilizarnos libremente en la ciudad.

En la construcción de nueva infraestructura para el transporte es obligación de los gobiernos garantizar el equilibrio urbano y de mejoramiento de las condiciones de vida de la población, a partir de la creación y el mantenimiento de espacios públicos, del cuidado de la infraestructura vial ya existente y del ordenamiento del transporte.

Es inaplazable impulsar en la Ciudad de México un cambio cultural que entrañe otra visión del transporte y de la movilidad urbana, más humano, menos violento y más amigable con el medio ambiente. Con un transporte público eficiente, limpio y seguro que sea la punta de lanza para valorar desde otra perspectiva la movilidad.

Contar con un transporte que satisfaga las necesidades de la población será un factor determinante para inhibir el irracional y anárquico incremento de automóviles de uso particular.

Resulta evidente que la legislación sobre transporte y vialidades continúa anclada en una visión que privilegia al automóvil y excluye los modos autónomos de movilidad, como son los peatones, ciclistas y usuarios, a quienes ignora sus derechos y en cambio abruma de obligaciones.

Aún persiste en los gobiernos la idea de destinar un monto mayor del presupuesto para la construcción de nuevas y cada vez más costosas vías para los automovilistas particulares, que sólo representan el 20% de la población de la Ciudad de México, mientras que la asignación para la construcción de infraestructura que privilegie el espacio público es mínima.

Avanzar al siguiente nivel

En México contamos con diferentes sistemas de transporte público que ofrecen servicio a todos los ciudadanos. Sin embargo, el aumento de la población es una constante que impacta en la demanda de estos servicios y los vuelve vulnerables debido a la gran concentración de personas que los utilizan.

En el último año, el robo en transporte público se incrementó 25% (microbuses, combis y camiones) llegando a tener un promedio de 10 asaltos por día, según datos de la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México. Los datos muestran que los delincuentes obtienen hasta 16 mil pesos por botín, mil en efectivo y el resto en celulares, tabletas o joyas.

Cada día estamos expuestos a diversas situaciones de inseguridad que suceden en los lugares públicos, sobre todo, cuando se concentra un gran número de personas. Algunos de los lugares que pueden llegar a ser inseguros son las estaciones de transporte público e, incluso, el propio medio de transporte.

Si bien es cierto que muchas personas no pueden evitar tomar el transporte público a diario, hay algunas pautas que se pueden seguir para hacer que este hábito sea lo más seguro posible.

Antes de nada, es necesario saber qué ruta se va a seguir, en qué estación o parada hay que tomar el transporte y en cuál se ha de bajar. Tener todo ello claro evitará despistes que pueden llevar a la persona a una situación de riesgo.

Es recomendable llevar el dinero necesario para pagar el pasaje y, siempre que sea posible, tener a mano la cantidad justa. Asimismo, hay que evitar dejar el dinero o la cartera a la vista ya que ello puede llamar la atención de los delincuentes. Si se lleva mochila, hay que colocarla por delante.

Tampoco es recomendable lucir joyas u objetos valiosos. Cuando se viaja en autobús o metro, lo mejor es colocarse cerca de las puertas o salidas de emergencia y también de las palancas de emergencia. Además, es mejor alejarse hacia un lugar más despejado.

Hay que estar siempre alerta. Sobre todo, si se observan actitudes sospechosas de alguno de los viajeros o si la persona se queda sola en el transporte. Lo mejor es no distraerse en ningún momento para evitar potenciales actos delictivos.

Si se viaja acompañado o manteniendo una conversación telefónica, hay que tener cuidado con los temas de los que se habla y el volumen de voz en el que se hace. Ser discreto siempre será la mejor opción.

Hay muchas ocasiones en las que no se puede evitar tener que desplazarse en transporte público, pero tener en cuenta todos estos aspectos a la hora de hacerlo ayudará a viajar con mayor seguridad y a sufrir menos riesgos.

 

Marzo – Abril 2019

Comparte esta noticia en redes:

Facebook
X
LinkedIn
WhatsApp
Imprimir

PODRÍAS ESTAR ANUNCIADO AQUÍ

Anuncia tu negocio HOY.
Últimas Noticas
Categorías

Suscríbete al Newsletter

Sigue informado de las últimas noticias.