Por Anabel Fernández
Este año resulta quizá más evidente que ningún otro la necesidad de recordar que cuando hablamos de salud, también hablamos de salud mental. Cabe recordar que la OMS considera que la salud mental es un componente integral y esencial de la salud y que, conforme a la constitución de este organismo, no se busca solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, sino “un estado de completo bienestar físico, mental y social”.
También los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y el ODS3, garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades, recogen específicamente en su meta 4, la importancia de la salud mental. La Agenda 2030 se ha propuesto reducir en un tercio la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles mediante la prevención y el tratamiento y promover la salud mental y el bienestar.
Riesgos psicosociales
Dentro de la Estrategia 2030, algunos Gobiernos están poniendo en marcha acciones conducentes a cuidar de la salud mental, y las Empresas constituyen excelentes sitios para realizar acciones de promoción de la salud psicológica.
Especialmente merece nuestro reconocimiento el sistema chileno, que desde el 2013 aprobó su Protocolo de vigilancia de Riesgos Psicosociales en el Trabajo, que contempla cotizaciones adicionales para aquellas empresas con índices de absentismo por encima de la media nacional, reconociendo que en el ausentismo encontramos un indicador de riesgo psicosocial, e instando a las compañías a poner en marcha acciones específicas.
Es un modelo, el chileno, de concienciar a nuestras empresas que un empleado con baja salud psicológica se ausentará más a su puesto, ocasionando a medio largo plazo costes sociales, pero a corto también disminución de la productividad para sus empresas.
Creemos que este tipo de modelos son los que nos pueden ayudar a avanzar en la dirección adecuada de incluir los aspectos psicosociales como un aspecto fundamental de la salud de las personas y de involucrar a los diferentes actores implicados.
Al fin y al cabo, se trata de un problema de salud pública de atención prioritaria que afecta a una buena parte de los españoles. Según los datos del estudio Affor sobre el Impacto del COVID en la Salud de los trabajadores, el 70% de los la población activa en nuestro país requeriría realizar una valoración detallada desde el área de vigilancia de salud por posible ansiedad y depresión.
Hoy, la gestión de la salud mental debiera ser una prioridad, y estamos obligados a poner en marcha acciones conjuntas para minimizar el impacto social que genera la falta de atención pública a esta ya denominada pandemia del siglo XXI.
