GUÍA PRÁCTICA PARA EQUILIBRAR TU PRESUPUESTO FAMILIAR

Para alcanzar la mayoría de las metas de la vida adulta es indispensable tener dinero. Es posible que anhelemos la sensación de estabilidad de tener una casa propia, o que queramos crear un fondo para financiar la educación universitaria de nuestros hijos, o quizás deseemos hacer un viaje alrededor del mundo cuando se acabe la pandemia.

Lo difícil es aprender a organizar nuestro presupuesto de tal manera que nos permita ahorrar lo suficiente para lograr nuestros objetivos a mediano y largo plazo.

Algunas de las claves para poner orden a nuestras finanzas personales las tiene Elizabeth Warren, una mujer que lleva años divulgando conocimientos sobre economía doméstica.

Antes de dedicarse a la política, la senadora demócrata por el estado de Massachusetts y excandidata presidencial ejerció durante años como abogada especializada en bancarrotas, además de ser profesora de la Universidad de Harvard.

Durante la década de 2000, Warren y su hija Amelia Warren Tyagi, quien es asesora financiera, escribieron un libro sobre las dificultades financieras que enfrentan las familias de clase media llamado The two income trap, y poco después publicaron una guía de planificación financiera para aliviar los problemas económicos de los trabajadores titulada All Your Worth: The Ultimate Lifetime Money Plan.

Los expertos aún discuten si las Warren fueron las creadoras de la regla del 50/30/20, pero sin duda sus libros y sus intervenciones públicas ayudaron a popularizarlo.

El primer paso está en clasificar nuestros gastos en necesidades, deseos y abrir un espacio dentro de esa larga lista a los ahorros e inversiones para el futuro.

El plan detallado por Warren especifica que el 50% de los ingresos familiares deben dedicarse a lo que es estrictamente necesario: el alquiler o la hipoteca, la compra del supermercado, los servicios como el agua, la luz, la telefonía, gastos en salud, la ropa esencial, deudas y otras obligaciones como manutención y cuidado de los adultos mayores de la familia.

Para alcanzar la mayoría de las metas de la vida adulta es indispensable tener dinero. Es posible que anhelemos la sensación de estabilidad de tener una casa propia, o que queramos crear un fondo para financiar la educación universitaria de nuestros hijos, o quizás deseemos hacer un viaje alrededor del mundo cuando se acabe la pandemia.

Lo difícil es aprender a organizar nuestro presupuesto de tal manera que nos permita ahorrar lo suficiente para lograr nuestros objetivos a mediano y largo plazo.

Algunas de las claves para poner orden a nuestras finanzas personales las tiene Elizabeth Warren, una mujer que lleva años divulgando conocimientos sobre economía doméstica.

Antes de dedicarse a la política, la senadora demócrata por el estado de Massachusetts y excandidata presidencial ejerció durante años como abogada especializada en bancarrotas, además de ser profesora de la Universidad de Harvard.

Durante la década de 2000, Warren y su hija Amelia Warren Tyagi, quien es asesora financiera, escribieron un libro sobre las dificultades financieras que enfrentan las familias de clase media llamado The two income trap, y poco después publicaron una guía de planificación financiera para aliviar los problemas económicos de los trabajadores titulada All Your Worth: The Ultimate Lifetime Money Plan.

El clásico 50/30/20
Los expertos aún discuten si las Warren fueron las creadoras de la regla del 50/30/20, pero sin duda sus libros y sus intervenciones públicas ayudaron a popularizarlo.

El primer paso está en clasificar nuestros gastos en necesidades, deseos y abrir un espacio dentro de esa larga lista a los ahorros e inversiones para el futuro.

El plan detallado por Warren especifica que el 50% de los ingresos familiares deben dedicarse a lo que es estrictamente necesario: el alquiler o la hipoteca, la compra del supermercado, los servicios como el agua, la luz, la telefonía, gastos en salud, la ropa esencial, deudas y otras obligaciones como manutención y cuidado de los adultos mayores de la familia.

Si las necesidades sobrepasan el 50% de que ganas, habría que apretarse el cinturón. Ahorrar en gasolina al usar más a menudo el transporte público, introducir cambios de consumo que permitan ahorrar en los servicios básicos como invertir en electrodomésticos que consuman menos electricidad.

Otra recomendación en la categoría de las necesidades es que no debes gastar el 30% de tus ingresos netos en el pago de tu vivienda. Si lo logras, es posible que puedas dedicar el 20% restante a los otros gastos indispensables.

Aprender a separar los deseos de las necesidades es lo más complicado. Mi madre nos decía que había que aprender a arroparse hasta donde alcanza la cobija, que es otra manera de decir que es importante aprender a tener un estilo de vida acorde a nuestros ingresos.

En este apartado de los deseos están las suscripciones a las aplicaciones y plataformas de entretenimiento, las salidas a comer fuera de casa, la renovación de los equipos electrónicos.

Muchos rebatirían que un móvil o un ordenador se han convertido en un artículo de primera necesidad y es posible que sea cierto. Lo que no es una necesidad es endeudarse más de la cuenta para tener el último modelo.

En este estrecho 30% también hay que meter las entradas al cine o conciertos, las aficiones, la mensualidad de gimnasio, las cenas fuera de casa, los regalos, las vacaciones, las salidas a pasear los fines de semana.

En esta categoría está todo lo que nos distrae del esfuerzo y las responsabilidades y lo que nos causa placer. Por eso es tan importante presupuestarlo. Todos necesitamos sentir algún disfrute de nuestro trabajo, como comprarnos un libro de nuestro autor favorito, y considerarlo en el presupuesto mensual nos permitirá disfrutar sin culpa, pero también sin excesos que después nos lleven a las deudas.

Es conveniente jerarquizar la lista de deseos desde un principio porque se tratan de consumos que no son absolutamente necesarios para subsistir y es lo primero que debemos ir reduciendo en caso de enfrentar dificultades financieras.

Este es el apartado que más cuesta alcanzar. Ahorrar para un mañana es casi una utopía en las economías inflacionarias latinoamericanas. Sin embargo, es necesario guardar algo para tener algo de liquidez, un pequeño fondo de emergencia de donde tirar a la hora de que lleguen los imprevistos.

Y si logramos un poco más de holgura, ese 20% nos ayudará a ahorrar para darnos gustos que no podemos permitirnos con nuestro sueldo mensual o para invertir en educación, en un negocio o en bienes que aumenten nuestro patrimonio.

Los especialistas recomiendan que debes guardar lo suficiente para cubrir tus gastos entre tres y seis meses, así no te agarrarán desprevenido en caso de que pierdas tus ingresos por una enfermedad o por un despido.

Flexibilidad
Muchos críticos del plan 50/30/20 afirman que son reglas que sólo son aplicables para la clase media de los países desarrollados.

Las personas con ingresos mínimos no pueden ni soñar con reservar la mitad de sus ingresos para los deseos y los ahorros, mientras que un millonario comprará de contado su vivienda y los gastos en alimentación y servicios nunca llegarán al 50% de su fortuna.

Las Warren, y todos los expertos, dicen que se trata de una guía que cada uno debe adaptar según sus circunstancias.

Lo principal es que en tu presupuesto familiar te permita pequeñas licencias para que no vivas tu vida como en una camisa de fuerza y puedas mantener cierta disciplina financiera a largo plazo.

Quizás tus ingresos no te permitan reservar el 30% a los gastos opcionales, ni puedas mantener el techo de las necesidades en el 50% pero intenta, en la medida de lo posible, de reservar algún porcentaje de su sueldo al disfrute y al ahorro.

Cuida los dólares, no los centavos
Otro buen consejo es mantener el foco en los grandes gastos. Hay personas que piensan que hay que cuidar los centavos porque los dólares se cuidan solos y al parecer esto no es tan cierto. Si estás gastando demasiado en la hipoteca de tu casa o en los giros de tu automóvil tendrás un déficit en tu presupuesto que no podrás reponer con los cupones del supermercado ni comprando todos los días las comidas en oferta a punto de expirar.

Lo principal es ajustar los gastos necesarios a nuestras posibilidades.

Otro buen consejo es que no vale la pena comprar si eso significa que vivirás siempre con la soga al cuello (hablando metafóricamente). Warren dice que es recomendable comprar sólo si no tienes deudas en las tarjetas de crédito, ya has ahorrado un 20 por ciento de la cuota inicial y has encontrado una casa que te guste y que realmente puedas pagar.

Es un mito decir que pagar un alquiler es lo mismo que botar el dinero por la ventana porque al final no tienes nada. Warren dice que deberíamos asumir el alquiler como gastos necesarios para garantizar nuestra calidad de vida, como los servicios y la comida.

“Al final del mes pagaste muchas cosas que no podrás mostrar, excepto de que viviste tu vida. Alquilar no es diferente a la comida y nadie te está sugiriendo que compres una vaca”.

Julio-Agosto 2021

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