La DGT ha puesto en marcha un plan de control de las carreteras españolas mediante drones. Estos pequeños dispositivos teledirigidos por técnicos especializados desde puntos estratégicos cuentan con potentes cámaras de alta definición que envían imágenes en directo a los centros de control del tráfico para que éstos tomen decisiones con rapidez y efectividad, especialmente en las carreteras convencionales que son las que más accidentes y muertos acumulan.
Además, sus pequeñas dimensiones y su sigilo les permiten pasar prácticamente inadvertidos. Precisamente por ello, su segundo objetivo es sancionar a los conductores que infrinjan la normativa, como ya hacen los efectivos de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil, los vehículos camuflados, los radares fijos y móviles, las cámaras y los helicópteros: velocidad excesiva, adelantamientos temerarios, uso del móvil al volante, del cinturón de seguridad… Todos los medios son buenos para hacer frente a la irresponsabilidad de algunos conductores y reducir al mínimo posible el número de accidentes y fallecidos. Tan sólo en 2018 perdieron la vida 1.180 personas en las carreteras españolas, 18 menos que el año anterior pero cifra igualmente inaceptable.
De momento, las carreteras baleares no cuentan con ninguno de estos dispositivos ya que actualmente están en fase de pruebas y desarrollo en vías muy concretas de la península. La intención, no obstante, es que las islas cuenten con al menos dos. En Mallorca, concretamente, la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil operaría uno para realizar labores de vigilancia en pruebas deportivas -dado el alto número de estos eventos que cada año acoge la isla- y otro cumpliría la función sancionadora.
La medida debería ser bien acogida por la ciudadanía balear en general y los conductores en particular ya que, todo aquel que circule correctamente, nada tiene que temer. A nadie le gusta ser multado pero no parece responsable considerar las sanciones como una herramienta meramente recaudatoria sino como una medida disuasoria ante futuras irresponsabilidades.
