8CHAN: EL RINCÓN MÁS OSCURO DE INTERNET

3 Tres de los últimos asesinos de masas supremacistas eran usuarios del foro 8chan

“Probablemente voy a morir hoy. Seguid con la buena lucha”, escribió Patrick Crusius el pasado 3 de agosto antes de matar a tiros a 22 personas en un centro comercial de El Paso frecuentado por hispanos. Lo hizo en la web 8chan, autodenominada el “rincón más oscuro de Internet”, cuyo propietario, Jim Watkins, testificará ante una comisión del Congreso de Estados Unidos el próximo 5 de septiembre. Su foro se ha convertido en una cantera para el terrorismo supremacista blanco. Tres de los últimos asesinos de masas eran usuarios de la web.

8chan es el Far West de los foros. Un lugar sin ley, anónimo, sin moderación ni censura. El refugio perfecto para alimentar odios y glorificar la violencia. En el que los muertos se denominan “puntuaciones”, como si la vida fuera un videojuego. Aquí publicó su infame manifiesto Brenton Tarrant el día en que mató a 51 personas en dos mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda, el pasado 15 de marzo. Y desde aquí se distribuyó por toda la red el enlace para contemplar en directo la matanza. En abril, otro miembro de la comunidad mataba a una persona en una sinagoga de Poway. Tras el último ataque en El Paso, dos empresas que proveían servicios de seguridad a 8chan decidieron rescindir sus contratos, lo que hizo que, de facto, el foro desapareciera de la red –de momento- al quedar a merced de los ataques cibernéticos.

El portal representa una evolución en el terrorismo blanco: la ‘videojueguización’ de las matanzas

El foro fue creado por Fredrick Brennan en el 2013 por la supuesta censura en 4chan, otro foro plagado de rebotados con el mundo. Con 19 años, el estadounidense veía en la moderación de los debates sobre el Gamergate –una polémica sobre el acoso sexista a mujeres en el mundo de los videojuegos– un ataque a la libertad de expresión. Decidió replicar el foro pero prescindiendo del moderador, creando el hogar perfecto para todo aquel internauta rechazado por sus ideas extremistas: racistas, xenófobos, fascistas, neonazis, incels (comunidades virtuales de hombres resentidos por no tener éxito con las mujeres)…

Seis años después y tras vender la web a Watkins en el 2016, Brennan cree que creó un “monstruo”. Ahora pide su cierre. “Ha llegado un punto en que si un asesino quiere hacer una matanza, elige 8chan para publicar su manifiesto”, afirmó días después de la masacre de El Paso. “Es completamente negativa para todos excepto para sus usuarios. ¿Y sabes qué? También es negativa para ellos “, aseguró al New York Times. Por el contrario, su actual propietario, un veterano de guerra promotor de teorías de la conspiración, define 8chan como “una hoja en blanco sobre la que escribir” y afirma que su millón de usuarios se ha quedado “sin hogar”.

Desde las violentas protestas de los supremacistas blancos en Charlottesville hace dos años, han muerto 73 personas en Estados Unidos en atentados relacionados con este movimiento. De hecho, el FBI reconoce que el terrorismo doméstico supone un riesgo significativamente mayor que el internacional. Y hace hincapié en la peligrosidad de estas comunidades virtuales. Según la agencia, el 27% de los autores de tiroteos en el país han interactuado “de forma significativa” en internet antes de cometer sus atrocidades. Y subraya que, en la mayoría de esos casos, lo hacen en plataformas “oscuras” como 8chan.

La web es el Far West de internet, un lugar sin ley, anónimo, sin moderación; un refugio para supremacistas

“Las fuerzas de seguridad se están tomando a la extrema derecha mucho más en serio que hace dos años. Aun así, todavía se les subestima y tendemos a pensar que es un problema americano. Pero no es cierto. En Europa hay otros foros donde españoles, británicos, suecos, alemanes… glorifican las matanzas y hablan de pasar a la acción”, explica el sueco Patrik Hermansson, que pasó un año infiltrado en grupos de extrema derecha en el Reino Unido y EE.UU. para la grabación de un documental. Otra fuente consultada por La Vanguardia confirma que incluso existe un canal dedicado exclusivamente a la extrema derecha española en el foro Stormfront, nacido en 1996. Tras la matanza de El Paso, el consejo editorial del New York Times publicaba un artículo conjunto en el que alertaba de que, al contrario que con el terrorismo islámico, el mundo –“y Occidente en particular”– se enfrenta a un serio riesgo “ignorado o excusado durante demasiado tiempo” y apuntaba como motivo destacado su “proximidad al poder político”. La columna recordaba que “al menos un tercio de los asesinatos de extremistas blancos desde el 2011 está inspirado por ataques similares” y que no se trataba de un fenómeno nuevo. Dylann Roof, el supremacista que en el 2015 mató a nueve afroamericanos en Charleston, tenía una cuenta en Stormfront. Su alias era Lil Aryan.

No obstante, 8chan sí que representa una evolución, un cambio de estilo. Una investigación de la web de Bellingcat pone nombre a la tendencia: “La videojueguización del terror”. Desde la matanza de Christchurch, los usuarios del foro han estado alabando el elevado número de bajas de Brenton Tarrant y expresando su deseo de “batir su puntuación”. Es más, han intentado imitar el estilo de Tarrant, que hasta puso hilo musical a la retransmisión de su carnicería. Quieren recrear un videojuego. Pero sin píxels.

“Es positivo que desaparezca, aunque sólo sea de forma temporal”, opina Hermansson. “Surgirán cosas nuevas, pero al menos serán más difíciles de encontrar”, prosigue. Sin embargo, alerta de que “8chan forma parte de un ecosistema mayor y de problemas más graves”. El foro Gab, utilizado por el tirador de la matanza de la sinagoga de Pittsburgh en el 2018 en el que murieron once personas, está recibiendo a más de 1.000 usuarios nuevos al día desde la desaparición de 8chan. Réplicas del foro también han sido detectadas en la internet oscura o en Zeronet. WhatsApp, Telegram, grupos privados de Facebook e incluso los comentarios de YouTube también están sirviendo de sustitutivo.

El problema de 8chan no es la plataforma, sino sus jóvenes usuarios (adolescentes o chavales en la franja baja de los veinte) y sus circunstancias. “Hay múltiples factores”, explica Hermansson. “La desesperanza por el futuro, la soledad entre los hombres jóvenes, la falta de trabajo de calidad o la rabia contra el feminismo. Si lo combinamos con una retórica política que deshumaniza al adversario y da alas a los extremistas y la facilidad de acceder a armas…”.

 

Julio – Agosto 2019

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